Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolífica mente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante.

jueves, 22 de marzo de 2012

El trágico problema de la falta de rumbo, tal vez el más trágico problema de la vida. El que pierde más vidas, el responsable de mayores fracasos. Yo pienso que si los obstáculos fueran físicos, y la conducta de nosotros fuera un buque de fierro, por más sólido que haya sido construido, no quedaría sino restos de naufragios. Si la Fe nos da el rumbo y la experiencia nos muestra las dificultades, tomémoslos en serio. Mantener el timón, clavar el timón, y como a cada momento, las olas y las corrientes desvían. Pedir a Dios la Gracia grande, ser hombres de rumbo. El puerto de partida: Dios y yo. es el primer elemento básico para fijarlo. El primer hecho macizo de toda mi vida, vengo de Él; si de Él y edifico mi Vida en Él.
El puerto de término, es el otro punto que fija el rumbo. ¿a dónde se dirige? ¿a dónde? El término de mi Vida, es Él.
El camino, ¿por dónde se ha de enderezar mi barco?
Al puerto de término, por un camino que es la voluntad de Dios. La realización en concreto de lo que Dios quiere… he aquí la GRAN sabiduría. Todo el trabajo de la vida sabia consiste en conocer la Voluntad de mi Señor y Padre, trabajar en conocerla, trabajar serio. Obra de toda la vida, de cada día, de cada mañana. ¿Qué quieres Señor de mí? Ésta es mi gran misión, mayor que hacer milagros. Dios nos quiere santos; ésta es la voluntad de Dios. No mediocres, sino santos. ¿Cuál es el camino de mi Vida? La voluntad de Dios, santificarme, colaborar con Dios, realizar su obra. ¿Habrá algo más grande, más digno, más hermoso, más capaz de entusiasmarme? ¡Llegar al puerto! Y para llegar al puerto no hay más que éste camino. Llegar al puerto que es el fin de mi existencia. El que acierta, acierta; el que aquí no llega es un gran errado, el que no acierta su vida nada vale.
¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy? ¿Por qué camino? Enfrentar el rumbo. El timón firme en mi mano y cuando los vientos crezcan y empeoren: rumbo a Dios; y cuando me llamen de la costa: rumbo a Dios; y cuando me canse: rumbo a Dios. ¿Sólo? No. Con todos los tripulantes que Cristo ha querido encargarme de conducir, alimentar y alegrar. Qué grande y plena de sentido es mi Vida. Con muchos rumbos al cielo. Darles a los hombres lo más precioso que hay: Dios; y dar a Dios lo que más ama, aquello por lo cual dio a su Hijo: los hombres.